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Un badge es un distintivo. En los 50 eran los adhesivos que se colocaban en las maletas de los grandes viajeros, en los 90 se llevaban chapas (badge) en los bolsos, como premio a los clientes de las tiendas. Actualmente, la chapa se ha transformado en un badge, un distintivo digital, y con muchas más implicaciones que no sólo las visuales.

El caso es que la noción básica representativa de un badge es la de hacerse una idea rápida del perfil del usuario: qué le gusta, cuánto viaja, dónde ha estado, una badge sobre un evento, un acontecimiento o un viaje, qué redes sociales frecuenta… el badge lo convierte todo en casi un souvenir. Brillante, Salvador Vilalta explica el alcance de las ventajas prioritarias que pueden llegar a proporcionar a quienes los ostentan por geolocalización. Pero la exquisitez y la dificultad en conseguir los badges, se convierte en una importante relación de fidelidad de su usuario, (sus limitaciones están en Foursquare versus Gowalla y los demás). Pero… por qué no retomar, el origen de los badges, de las insignias, ¿como las que premiaban directamente al mismo consumidor del servicio o producto como marca de referencia?.

Comunidad Hosteltur fue muy pionera en ello, editando su badge en julio 2009. Todos los «hosteltureros» tenemos la posibilidad de definirnos, mostrarnos, presumir que somos de la misma tribu y redirigir hacia Comu. Mientras que los badges basados en la geolocalización te definen por tu actividad, los corporativos te implican directamente y reubicando a su web o blog. Este tipo de badges, no tienen necesariamente la función de compartir sino que consisten en un código que permite al usuario añadir una imagen a su blog que vincula a los visitantes a su contenido. Cada badge puede  tener su propio identificador vinculado, por lo que una nueva entrada puede conducir a los visitantes a su página de entrada específica, en lugar de ir a un sitio en general. Y cada colocación del badge se cuenta como un link a su sitio.

Así que observando el ejemplo de Hosteltur, y teniendo en cuenta la diferente tipología de clientes y que podía ser una herramienta perfectamente válida para aumentar la visibilidad del establecimiento, para los 30 años de La Fornal creé dos tipos de badge: uno que vincula al cliente presencial 1.0 hacia la web, y otro dirigido al cliente más 2.0 como prescriptor (que a la vez puede serlo presencial) hacia el blog. Y ambos son premiados con un escalado de ventajas diferentes que pueden llegar a complementarse, y a la que se le irán sumando más a través del tiempo, como herramienta de fidelización. Y los enlaces internos pueden realizarse mediante acortador de url que permita contar visitas.

Y aunque la gran dificultad consistía en mis pocas nociones de html, tuve la grata sorpresa de que gracias a Google Docs encontré una sencilla (aunque como siempre, muy laboriosa) forma de hacer los badges e integrarlos en una web o en un bloc. Y lo mejor de todo es que los badges empezaron a ser solicitados al cabo de muy poco tiempo de emitir post y newsletter corporativa correspondiente.

 

(Publicado en Comunidad Hosteltur, el 29 de Noviembre 2010)
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